lunes, 4 de mayo de 2015

Tales of Terror from Tokyo Vol.1 (怪談新耳袋 Vol.1)

Año: 2004.
Género: J-horror.
Director: Takashi Shimizu, Norio Tsuruta et al.
Duración: 76 minutos.
Más información: No figura en IMDb.

La vez que decidí ver esta película el ambiente puede ser que no fuera el más propicio. Una noche, una de esas madrugadas en las que uno está cayéndose pero no puede dormir, decidí ver una película que llevaba ya tiempo esperando en mi lista, Tales of Terror from Tokyo. Iluminado por la única luz de la pantalla del ordenador le di al play. Todo se puso negro y, de repente, empezaron a aparecer unas manos blancas que se agolpaban contra la pantalla, como si fuesen espíritus intentando salir de dentro. Recuerdo haber tenido un pensamiento fugaz de que debía ser una historia in media res y que ya empezaba duro. Era simplemente la cortina del título.

Una película que empieza así solo puede ser dos cosas, o una genialidad o un bodrio. Al ser quince historias, cosa que no sabía en aquel momento, podemos decir que hay un poco de todo aunque todas tienen su interés. Al igual que pasa con las historias tradicionales de fantasmas, o kaidan, que vagaban por el Japón tradicional no todas ellas tienen la intención de meterte miedo. Algunas solo incluyen lecciones, hechos interesantes o incluso bonitas. Una cosa que ha de saber el espectador, dato que yo desconocía, es que estas historias son recopiladas del mundo real y dramatizadas a posteriori por diferentes autores. Es decir, son reales.

Kaidan Shin Mimibukuro, el título original, se refiere a una serie de televisión japonesa, por eso podemos ver la cortina de manos quince veces a lo largo de la película. Existen varios recopilatorios de estas historias y este probablemente debe ser una edición menor creada desde Japón (por el uso de terror en vez de horror, muy infrecuente en el inglés para este contexto) con la intención de ser vendida en Estados Unidos y Canadá (al menos eso parece). Por eso el título original y el que se muestra arriba, son tan diferentes, y la portada está en inglés en vez de en japonés. En cualquier caso merece mucho la pena ver todas sus historias.

Como vimos antes las historias las hay de muchos tipos, desde La excursión de la escuela y Kengo Nishioka, donde vemos el clásico terror de susto, El visitante y Vídeo, que juegan con la tensión hasta Agua derramada que es una historia sobre honrar a nuestros muertos y como estos nos cuidan desde donde quiera que estén.

El elevador, de Takashi Shimizu, responsable de Ju-on, es la que abre y, en mi opinión, una de las más interesantes. No da miedo realmente pero plantea una situación muy interesante y con mucha tensión en que un ascensor actúa como una puerta al infierno. Cubriendo las 100 historias, de Ichiro Nakayama, nos lleva a templo sintoísta de la mano de una periodista que va a ver como un grupo de personas cuenta historias de terror pero, extrañamente todas son contadas en primera persona. Objeto perdido, de Ryo Nanba, juega mucho con la tensión en que una joven que huye a otra ciudad donde es desconocida recibe extrañas llamadas instándola a devolver algo que desconoce.

En las dos últimas, también de Shimizu, podemos ver claramente el gran nivel de este director que, para mi, es un genio del terror. Ambas están conectadas pues sus personajes, por separado, son Rika y Fumihiko, una pareja que se va a casar próximamente. En Iluminación, Rika encuentra una caja en la que guarda recuerdos de su infancia, como muñecos y juguetes; entre ellos está una libreta que se escribió a si misma para cuando fuese mayor. Cuando la lee poco a poco ve algo que no encaja, ¿qué será? Por su parte conocemos a Fumihiko en Tiempo de espera, donde la clásica iconografía de la niña japonesa nos recuerda lo más tradicional del terror nipón. Esta infante se ríe y juega pero su risa no es inocente sino malvada, ¿qué querrá decir?

Generalmente estas historias te pueden dejar a medias pues a veces intentan contar historias que bien merecerían al menos diez minutos más de metraje pero hay que recordar también que, a veces el auténtico terror, como dijo el gran Edgar Allan Poe, se encuentra siempre en historias cortas en inmediatas.

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