Yukio Mishima dijo en La ética del samurái en el Japón moderno (1968) que la máxima del Hagakure "descubrí que el camino del samurái es la muerte" es, en si, una paradoja. Aunque actualmente parece que la memoria del guerrero japonés tradicional se está restaurando, hubo un tiempo, tras la Segunda Guerra Mundial, en que estaba mal visto referirse a Hagakure o al bushido por haber sido utilizados ideológicamente por Hideki Tojo y el Shintaisei en tiempos bélicos.
Sin embargo, aunque pueda parecer lo contrario, la literatura filosófica samurái está llena de lecciones de vida positivas que pueden ser válidas incluso para civiles y que nos pueden hacer reflexionar sobre las decisiones que tomamos en el día a día. Lo mismo es aplicable a otros tratados éticos y militares asiáticos, como El arte de la guerra, del que hablaré en profundidad en otro artículo.
En éste no nos encargaremos de esta faceta si no de la ideología del samurái histórico, el ideal y el real, extraída del clásico Hagakure. De la mano de Yukio Mishima, gran estudioso de este tratado, Yamamoto Tsunetomo, su autor, y algunos destacados guerreros de tiempos antiguos, conoceremos distintas facetas de este pensamiento en lo que se aplica a su actitud personal. Intenté organizarlas de una forma lo más comprensible y accesible que fui capaz, permitiendo que os hablen ellos en sus propias palabras más que yo, que soy un simple intermediario entre su sabiduría y vosotros.
Este artículo no pretende ser un análisis ni nada parecido de Hagakure aunque las referencias sean casi constantes, ni siquiera una visión del mundo marcial. Al igual que con la obra maestra de Sun Tzu y con una próxima visión más general de la filosofía del bushido, el paso del tiempo hará que en Ao Kendama tengáis acceso a mis comentarios y colecciones de citas de éste clásico y de alguno más. Comencemos.
En éste no nos encargaremos de esta faceta si no de la ideología del samurái histórico, el ideal y el real, extraída del clásico Hagakure. De la mano de Yukio Mishima, gran estudioso de este tratado, Yamamoto Tsunetomo, su autor, y algunos destacados guerreros de tiempos antiguos, conoceremos distintas facetas de este pensamiento en lo que se aplica a su actitud personal. Intenté organizarlas de una forma lo más comprensible y accesible que fui capaz, permitiendo que os hablen ellos en sus propias palabras más que yo, que soy un simple intermediario entre su sabiduría y vosotros.
Este artículo no pretende ser un análisis ni nada parecido de Hagakure aunque las referencias sean casi constantes, ni siquiera una visión del mundo marcial. Al igual que con la obra maestra de Sun Tzu y con una próxima visión más general de la filosofía del bushido, el paso del tiempo hará que en Ao Kendama tengáis acceso a mis comentarios y colecciones de citas de éste clásico y de alguno más. Comencemos.
La vida y la aceptación de la muerte
El famoso samurái Kiranosuke Shida ha dicho: "Si sois totalmente desconocido, entre morir o vivir, más vale escoger vivir". Shida era un samurái fuera de lo corriente. Los jóvenes han interpretado frecuentemente mal lo que ha dicho, pensando equivocadamente que se hacía el abogado de una conducta deshonrosa. En el post-scriptum escribió: "Si uno duda entre comer y no comer, más vale abstenerse. Cuando uno no puede decidirse entre vivir o morir, entonces más vale morir".
Se puede considerar que la condena a la cobardía y la apología de la muerte son dos elementos fundamentales en todos los libros que hacen referencia a estos soldados. Mishima dice que "es fácil declarar que se está listo para morir, y ofrecer la propia vida, pero no es tan fácil demostrar la veracidad de lo que se afirma". Lo que aquí debemos interpretar es que las palabras sin intención no valen nada y solo deshonran a quien se reafirma en la mentira.
El junshi es otra parte importante de la vida de un samurái. Literalmente significa "siguiendo al amo tras la muerte" aunque suele traducirse como "suicidio por fidelidad". Era un hecho tan común en aquellos tiempos que el Estado tuvo que prohibirla ya que grandes cantidades de soldados samurái al servicio de su amo se suicidaban.
La japonista estadounidense Carol Gluck escribió sobre la muerte del Nogi Maresuke: "A primera vista parecería imposible que una de las figuras más conocidas de la vida nacional Meiji cometiese junshi... en una nación que pasa por una solemne celebración de la modernidad, su más conocido soldado... siguió una costumbre que fuese prohibida por el shogunato de Tokugawa por anticuada en 1663". Y es que aún en 1970, Mishima se suicidó por medio del seppuku ritual al no conseguir convencer al ejército de que le apoyase en su golpe de estado para recuperar el antiguo poder imperial.
Como anécdota, si no fuese por una reciente ley en que prohibían a los samurái hacer seppuku tras la muerte de su amo, Yamamoto jamás hubiese escrito Hagakure.
La asunción y superación los errores propios y ajenos
"En el curso de una reunión cuya meta era examinar la oportunidad de conceder una promoción a cierta persona, se tuvo noticia de que la misma, anteriormente, era muy aficionada a la bebida. Por lo tanto, los participantes estaban muy propensos a negarle su adelanto. Sin embargo, uno de ellos intervino: "No animar a un hombre porque ha cometido un solo error, es impedir que mejore. Si un hombre, que ha flaqueado una vez, muestra, por una conducta irreprochable y conforme a las reglas, que lamenta sinceramente su error, es eminentemente útil a su Señor. Siendo así, animadlo".
Entonces, uno de los presentes dijo: ¿Asumís la responsabilidad de tal decisión?". Después de que él hubo dado tal seguridad, la asistencia le rogó que diera sus razones. Dio esta respuesta: "Lo avalo porque sé que se ha equivocado una vez. No se puede conceder confianza al que no ha cometido jamás errores". Fue de este modo que el interesado consiguió su promoción."
Con esta anécdota Yamamoto nos explica que los errores son humanos, lo mismo que los samurai. Los jóvenes tendían en sus tiempos a idolatrar a quien no comete errores pero no existe tal persona. Actualmente ocurre lo mismo, no debe considerarse que uno por cometer un error es imperfecto si no que la perfección se alcanza asumiéndolos y aprendiendo de ellos. El afán de superación es básico en un samurái y para superarnos hemos de equivocarnos.
El Hagakure también nos enseña que es falsa la idea de que el maestro o nuestros ancestros siempre tendrán hazañas que no se pueden superar: hemos de luchar por separar el trigo de la realidad de la paja mitológica inherente a las grandes historias heroicas. Así se expresa en este libro:
"Cuando se ha oído hablar de las hazañas de un Maestro, pensar que cualquier cosa que uno haga no podrá jamás igualarlo, es señal de un alma mezquina. Se debe pensar, al contrario, que "si el Maestro es un hombre como yo, ¿por qué yo he de ser inferior?" En cuanto un samurái se decide contestar a este desafío contra sí mismo, ya está en camino de la mejoría. Ittei Ishida ha dicho: "Un hombre reconocido como sabio por los otros, sólo adquiere esta reputación porque ha comenzado a profundizar sus conocimientos desde su más tierna edad. Nunca es el resultado de un aprendizaje tardío, incluso si éste es difícil"."
Pero también uno debe enorgullecerse de sus propios éxitos y proezas, pues el objetivo de cualquier samurái, como miembro de la élite militar o como ronin desclasado, es hacerse valer como el mejor aunque uno sea tachado como loco o demente. El sacrificio y la autoestima son básicas para un guerrero japonés. Mishima lo expresa de la siguiente forma en La ética del samurái en el Japón moderno: "con respecto a cualquier proeza militar, hay que sentir la arrogancia de ser el mejor guerrero de Japón [...] un samurái debe sentir orgullo por sus logros marciales y abrigar la decisión de la locura [...] y es que también existe una locura justa y correcta".
El Hagakure también nos enseña que es falsa la idea de que el maestro o nuestros ancestros siempre tendrán hazañas que no se pueden superar: hemos de luchar por separar el trigo de la realidad de la paja mitológica inherente a las grandes historias heroicas. Así se expresa en este libro:
"Cuando se ha oído hablar de las hazañas de un Maestro, pensar que cualquier cosa que uno haga no podrá jamás igualarlo, es señal de un alma mezquina. Se debe pensar, al contrario, que "si el Maestro es un hombre como yo, ¿por qué yo he de ser inferior?" En cuanto un samurái se decide contestar a este desafío contra sí mismo, ya está en camino de la mejoría. Ittei Ishida ha dicho: "Un hombre reconocido como sabio por los otros, sólo adquiere esta reputación porque ha comenzado a profundizar sus conocimientos desde su más tierna edad. Nunca es el resultado de un aprendizaje tardío, incluso si éste es difícil"."
Pero también uno debe enorgullecerse de sus propios éxitos y proezas, pues el objetivo de cualquier samurái, como miembro de la élite militar o como ronin desclasado, es hacerse valer como el mejor aunque uno sea tachado como loco o demente. El sacrificio y la autoestima son básicas para un guerrero japonés. Mishima lo expresa de la siguiente forma en La ética del samurái en el Japón moderno: "con respecto a cualquier proeza militar, hay que sentir la arrogancia de ser el mejor guerrero de Japón [...] un samurái debe sentir orgullo por sus logros marciales y abrigar la decisión de la locura [...] y es que también existe una locura justa y correcta".
La amistad, los compromisos y el honor personal
El bushido consiste de siete virtudes principales, justicia (gi), coraje (ju), benevolencia (jin), respeto (rei), honestidad (makoto), honor (meiyo) y lealtad (chuugi). Estas debe tenerlas todo guerrero, pues un auténtico samurái nunca puede ser un delincuente agresivo y demente (al menos en la teoría), si no que ha de ser una persona recta y con principios, que ayuda a quien lo merece a brazo partido.
Rompiendo una promesa se pierde el honor, se traicionan la lealtad y la honestidad, se le pierde el respeto al otro implicado y el coraje propio al ser o un traidor o un vencido, además de traicionar el principio de justicia y benevolencia hacia tus semejantes a quien deberías servir. Hablaré de estos conceptos en otro artículo posterior.
Yukio Mishima lo expresó de la siguiente forma: "Una promesa es siempre un compromiso y tiene la misma importancia independientemente de la persona con la que se contrae. Lo único que cuenta es la buena fe de quien la pronuncia".
Se deben además diferenciar entre los verdaderos y los falsos amigos. Que un samurái diga seguir los valores del bushido no significa que realmente los cumpla y Yamamoto propone una forma de descubrir a nuestros auténticos camaradas en la lucha y en la vida, ya que un gran grupo de amigos y acólitos no siempre significa auténtica camaradería: "Se ha dicho: "Si queréis sondear el corazón de un amigo, caed enfermo". Una persona a la que consideráis amiga cuando todo te va bien y que os da la espalda como un extraño en caso de enfermedad o de infortunio no es más que un cobarde. Es mucho más correcto cuando un amigo debe enfrentarse con el infortunio, estar cerca de él, visitarlo y socorrerlo. Un samurái no debe jamás, mientras viva, permitirse distanciarse de aquellos de los que es deudor espiritualmente. He aquí por lo tanto un medio para medir los verdaderos sentimientos de un hombre. La mayor parte del tiempo nosotros nos dirigimos a los demás para pedirles ayuda y luego los olvidamos en cuanto la crisis ha pasado".
Cómo no debe ser un samurái
Yamamoto expresa, a lo largo de Hagakure, como debe y no debe ser un samurái. Pero lo que cree más importante es que estos no deben ser materialistas. Apegarse al dinero y la riqueza, mantener una vida lujosa y viciosa va en contra del espíritu del guerrero japonés y ya en el siglo XVIII veía esta corrupción en los jóvenes que cada día eran más cercanos a lo que terminó derivando en la yakuza que al auténtico espíritu del bushido. Se dice en Hagakure lo siguiente respecto a este tema: "Es manifiesto que si los hombres jóvenes no tuvieran estos gustos de lujo, incompatibles con su situación, esta actitud errónea desaparecería. Por otra parte, alabar como ricos en recursos a jóvenes ahorrativos y parcos, es completamente despreciable. La frugalidad equivale a la ausencia del sentido del giri u obligaciones sociales y personales. ¿Necesito añadir que un samurái que se olvida de sus obligaciones hacia los demás es despreciable, cobarde e indigno?".
Cumplir ese giri es muy importante, pues este se basa en devolver los favores a nuestros camaradas, en crear una estabilidad social que nos lleve a la paz. La clase guerrera no desea las guerras ni la riqueza pero está preparada para ello. Tiende a considerarse en occidente al samurái como un soldado imperialista, fanático y psicópata y al Hagakure como un tratado de la locura pero, como es visto no es así pues el auténtico samurái lo comprende y actúa en consecuencia como un hombre de honor.
Mishima definió esto en Lecciones espirituales para jóvenes samurái (1969) de la siguiente manera: "En Japón creemos ilusamente que la cultura japonesa es conocida a la perfección en Europa y en América, y en cambio en la mente de los occidentales el hombre japonés se identifica casi siempre con el samurái […]. La palabra samurái recuerda inmediatamente, por asociación de ideas, el término valor. ¿Pero qué es el valor? ¿Y quiénes son los valientes? [...] El guerrero cobarde se entrega sobre todo a su capricho y a su egoísmo. Permanece acostado hasta bien entrada la mañana, le agrada quedarse ocioso por la tarde y detesta el estudio. En cuanto a las artes marciales (que ahora llaman deportes), no sobresale en ninguna; en cambio se enorgullece de ser artista, dilapida dinero con las mujeres, en almuerzos y en cenas, entregando en prenda incluso libros y cuadros que debería conservar y cuidar, derrocha el dinero ajeno con gran facilidad, es extremadamente reacio a pagar sus deudas, arruina su salud, se alimenta excesivamente, bebe sake en gran cantidad y se dedica con fervor a los placeres sexuales; al actuar de ese modo no hace más que consumir su propia vida y precipitarse hacia una condición física que le impide cualquier esfuerzo; ya no soporta nada y su ánimo débil y cobarde se debilita cada vez más".
Aún queda mucho por hablar de su filosofía, hay muchos tratados, muchas leyendas y muchas realidades por comentar pero nos hemos acercado de una manera certera a su ideología y a su espíritu. ¿Podremos aplicar estos pensamientos a nuestra vida cada día más individualista y falta de solidaridad?
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