Año: 2005.
Género: Acción, lucha, sandbox limitado.
Edad: 18+.
Plataforma(s): PlayStation 2.
Desarrollador: SEGA.
Siempre me han llamado la atención las películas y novelas de crimen organizado, las artes marciales y la cultura japonesa. El día que descubrí este videojuego supe que tenía que conseguirlo y aún hoy sigue siendo mi favorito.
Yakuza es tres cosas al mismo tiempo. Un sandbox en el que podemos pasear libremente por las calles de Kamurocho, un barrio rojo basado palmo a palmo en el tokiota Kabukicho, y visitar sus tiendas, restaurantes y sus bajos fondos, además un juego de peleas en el que podemos mejorar a nuestro personaje con experiencia y entrenamiento además de utilizar armas propias o circunstanciales y, por último, una gran historia, apasionante y emocionante dentro de las luchas de poder de la temible mafia nipona.
Este videojuego fue el más caro de la historia hasta ser superado por GTA V y tiene un por qué. Caminando por la versión digital de Kamurocho tienes una sensación real de estar en Japón por el ambiente y porque las marcas, tiendas y decoraciones de las calles son auténticas. Puedes tomarte un buen whisky Yamazaki de 12 años en un bar o comprarte un café de la marca Boss en una tienda Don Quixote. Si te gustan los arcades tradicionales también estás de suerte, hay varios Club Sega por la ciudad.
Además puedes experimentar la auténtica vida de un barrio rojo, visitando zonas de bares o yendo a los hostess clubs, y conocer el submundo jugando en casinos ilegales al bacarrá, al blackjack o a otros más tradicionales del Japón, como el shogi o a los dados. Y, cómo no, entrar en el ciclo de peleas a muerte clandestinas y sin normas.
El sistema de lucha está muy conseguido para un juego con casi 10 años e incluye gran cantidad de combos tanto estando el personaje armado o desarmado. Entre otras cosas puedes aprender a luchar con espada y no estar sujetando tu bokuto como si fuera una estaca de madera para deshacerte de tus enemigos. Se incluyen armas de fuego pero no hay muchas, son caras y poco efectivas, aunque si te enfrentas a un enemigo fuerte pueden ser bastante útiles porque te permiten herir sin acercarte. Personalmente, antes de una gran batalla, prefiero llevar un par de katanas normales y un kodachi antes que cualquier otra arma.
Pero lo que hace este videojuego tan entretenido, al menos para mi, es su historia. En Yakuza nos ponemos en la piel de Kazuma Kiryu, un huérfano miembro del Clan Tojo, que se encuentra en una situación de vida o muerte tras intentar cargar con el asesinato del líder de su organización perpetrado por su gran amigo Nishiki. Cuando sale de la cárcel ve como todo el mundo intenta deshacerse de él, algunos porque sabe demasiado y otros porque lo creen realmente culpable de haber matado a su propio kumicho.
Ayudado por el detective Date, que no se cree que él, que estaba a punto de fundar su propia familia, asesinase al líder de su Clan, y por ciertos elementos dentro de la yakuza que aún le son fieles además de por el submundo criminal de Tokio, intentará restaurar su honor y recuperar a una persona muy importante para él, Yumi, que parece ser que está relacionada con Haruka una niña, también huérfana, que la busca desesperadamente por Kabukicho.
Yakuza es tres cosas al mismo tiempo. Un sandbox en el que podemos pasear libremente por las calles de Kamurocho, un barrio rojo basado palmo a palmo en el tokiota Kabukicho, y visitar sus tiendas, restaurantes y sus bajos fondos, además un juego de peleas en el que podemos mejorar a nuestro personaje con experiencia y entrenamiento además de utilizar armas propias o circunstanciales y, por último, una gran historia, apasionante y emocionante dentro de las luchas de poder de la temible mafia nipona.
Este videojuego fue el más caro de la historia hasta ser superado por GTA V y tiene un por qué. Caminando por la versión digital de Kamurocho tienes una sensación real de estar en Japón por el ambiente y porque las marcas, tiendas y decoraciones de las calles son auténticas. Puedes tomarte un buen whisky Yamazaki de 12 años en un bar o comprarte un café de la marca Boss en una tienda Don Quixote. Si te gustan los arcades tradicionales también estás de suerte, hay varios Club Sega por la ciudad.
Además puedes experimentar la auténtica vida de un barrio rojo, visitando zonas de bares o yendo a los hostess clubs, y conocer el submundo jugando en casinos ilegales al bacarrá, al blackjack o a otros más tradicionales del Japón, como el shogi o a los dados. Y, cómo no, entrar en el ciclo de peleas a muerte clandestinas y sin normas.
El sistema de lucha está muy conseguido para un juego con casi 10 años e incluye gran cantidad de combos tanto estando el personaje armado o desarmado. Entre otras cosas puedes aprender a luchar con espada y no estar sujetando tu bokuto como si fuera una estaca de madera para deshacerte de tus enemigos. Se incluyen armas de fuego pero no hay muchas, son caras y poco efectivas, aunque si te enfrentas a un enemigo fuerte pueden ser bastante útiles porque te permiten herir sin acercarte. Personalmente, antes de una gran batalla, prefiero llevar un par de katanas normales y un kodachi antes que cualquier otra arma.
Pero lo que hace este videojuego tan entretenido, al menos para mi, es su historia. En Yakuza nos ponemos en la piel de Kazuma Kiryu, un huérfano miembro del Clan Tojo, que se encuentra en una situación de vida o muerte tras intentar cargar con el asesinato del líder de su organización perpetrado por su gran amigo Nishiki. Cuando sale de la cárcel ve como todo el mundo intenta deshacerse de él, algunos porque sabe demasiado y otros porque lo creen realmente culpable de haber matado a su propio kumicho.
Ayudado por el detective Date, que no se cree que él, que estaba a punto de fundar su propia familia, asesinase al líder de su Clan, y por ciertos elementos dentro de la yakuza que aún le son fieles además de por el submundo criminal de Tokio, intentará restaurar su honor y recuperar a una persona muy importante para él, Yumi, que parece ser que está relacionada con Haruka una niña, también huérfana, que la busca desesperadamente por Kabukicho.
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