El terror japonés o J-horror, en su nombre inglés y más común en la comunidad de aficionados a este género, es muy diferente al occidental. Sus raíces descansan en tradiciones ancestrales y muchas historias contadas en sus películas, libros, manga o en su no tan debilitada tradición oral permanecen inmutables hasta nuestros días.
En esta primera parte haremos una pequeña introducción en que hablaremos sobre historias ancestrales (en las que entraremos más en profundidad cuando hablemos de la figura de Lafacadio Hearn más adelante) porque, al igual que haré en Degustando el sushi (una sección que empezará próximamente), no quiero hacer un artículo largo y pesado. Habrá tres partes más: la segunda sobre las leyendas urbanas modernas, la tercera sobre la literatura y el manga y la última sobre el cine.
Cuando digo que el terror japonés es distinto y, quizás, más rico que el occidental es por un simple motivo. Historias de fantasmas europeas existen desde tiempos inmemoriales pero su función social e histórica es mucho menor que en Japón (y en general en lo que se conoce como el Mundo Chino; Japón, Corea, Vietnam, Mongolia y China, y en otras zonas del sudeste asiático) así como resultan relegadas casi siempre a la "literatura menor" y suelen ser consideradas "cuentos de viejas", en favor de historias sobre reyes conquistadores, mitología precristiana y demás que merecen nuestro total y absoluto respeto también, por supuesto.
En Japón la creencia en fantasmas está bastante establecida pues la filosofía espiritualista encuentra un arraigo absoluto en el budismo y en el sintoismo, religiones no teístas que reconocen la existencia de espíritus en la tierra, frente al cristianismo católico y ortodoxo oficial que tienden a negarlos argumentando elementos demoníacos. Además existe un respeto por aquellos espíritus que, en la vieja Europa, podría resultarnos casi extremo, instalando en algunos hogares un batsudan (仏壇) donde poder rezar a los muertos, creando así un altar permanente.
Al igual que en occidente no solo existen espíritus malos si no que también buenos. Quizás estos no tengan tanta importancia en el mundo del terror pero sí que en las kaidan (怪談), literalmente "historias de fantasmas", donde tienen un peso más que importante. En el libro de Lafcadio Hearn, del que hablaremos en la tercera entrega, de nombre Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things, se recopilan historias que aún se contaban en los albores del siglo XX y en ellas se presentan historias de fantasmas maléficos pero también de benefactores.
En la literatura antigua se considera la existencia de espíritus como algo fundamental, llegando a aparecer incluso en leyendas de samuráis, emperadores y daimyōs que los ayudan en ciertas ocasiones y los advierten de peligros, además de provocarlos en otras situaciones. También en el arte se puede ver la presencia de estos personajes aunque en la mayoría de los casos son ilustraciones provenientes de las propias leyendas con lo que se consideraría el mismo caso que el anterior.
Aunque probablemente en las grandes ciudades como Tokio, Osaka o Kioto la creencia sea menor, aún en zonas rurales existe una fuerte creencia en las fuerzas paranormales. Un caso sería el pueblo ainu, nativo de la zona norte especialmente de Hokkaido, entre los que el animismo y el chamanismo siguen teniendo mucha fuerza y la creencia tanto en los espíritus de la naturaleza (al igual que el sintoismo) como en los de humanos y seres superiores. Así mismo la magia chamánica a través de la apertura de puertas con el "otro mundo" o las propias maldiciones tienen mucha fuerza.
Un problema no endémico de Europa o América, si no más bien de España, es que aquí se obscurecen estas historias que son parte de nuestras tradiciones. Se ocultan a la visión pública porque el español medio siente vergüenza de ellas cuando en otros países mueven masas de turistas interesados en ellas, véase edificios encantados, representaciones fantasmales (como las caras de Bélmez) o sitios normales donde, por algún motivo, en las cámaras se manifiestan extrañas figuras. No soy muy creyente en fantasmas, la verdad, pero creo que es una parte de la historia que no respetamos ni en el pasado ni en el presente y todo directamente se atribuye a pareidolias o alucinaciones sin que quien acusa tenga idea alguna de formaciones naturales espontaneas ni de psicología.
Sin embargo el terror moderno, además de en las tradiciones, se basa en las leyendas urbanas modernas. Si algo distingue Asia de Europa aún más es que su relación con el mundo espiritual y con la presencia de almas atormentadas oscuras en el mundo de los vivos es mucho más profunda. Recomendaría para esta ocasión leer un artículo del Japan Times de 2005 en inglés llamado Have You Heard the One About...? en que se referencian algunas de las leyendas urbanas más importantes aunque haré en la siguiente parte una serie de reseñas básicas de las más conocidas y de otras menores que me llamaron la atención.
Desde las historias de fantasmas tradicionales hasta Kuchisake-onna, a la que se le tuvo auténtico pánico en 1979, el terror que conocemos y aquel que aún nos queda por descubrir en Japón es apasionante. Espero que os haya gustado el artículo y me acompañéis en las siguientes partes donde descubriremos historias y desmigajaremos el género lo más posible para entenderlo y quizás convertirnos en auténticos escritores y creadores de leyendas. ¡Cuidado al apagar las luces!
Para leer la segunda parte haz click aquí.
Cuando digo que el terror japonés es distinto y, quizás, más rico que el occidental es por un simple motivo. Historias de fantasmas europeas existen desde tiempos inmemoriales pero su función social e histórica es mucho menor que en Japón (y en general en lo que se conoce como el Mundo Chino; Japón, Corea, Vietnam, Mongolia y China, y en otras zonas del sudeste asiático) así como resultan relegadas casi siempre a la "literatura menor" y suelen ser consideradas "cuentos de viejas", en favor de historias sobre reyes conquistadores, mitología precristiana y demás que merecen nuestro total y absoluto respeto también, por supuesto.
En Japón la creencia en fantasmas está bastante establecida pues la filosofía espiritualista encuentra un arraigo absoluto en el budismo y en el sintoismo, religiones no teístas que reconocen la existencia de espíritus en la tierra, frente al cristianismo católico y ortodoxo oficial que tienden a negarlos argumentando elementos demoníacos. Además existe un respeto por aquellos espíritus que, en la vieja Europa, podría resultarnos casi extremo, instalando en algunos hogares un batsudan (仏壇) donde poder rezar a los muertos, creando así un altar permanente.
Al igual que en occidente no solo existen espíritus malos si no que también buenos. Quizás estos no tengan tanta importancia en el mundo del terror pero sí que en las kaidan (怪談), literalmente "historias de fantasmas", donde tienen un peso más que importante. En el libro de Lafcadio Hearn, del que hablaremos en la tercera entrega, de nombre Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things, se recopilan historias que aún se contaban en los albores del siglo XX y en ellas se presentan historias de fantasmas maléficos pero también de benefactores.
En la literatura antigua se considera la existencia de espíritus como algo fundamental, llegando a aparecer incluso en leyendas de samuráis, emperadores y daimyōs que los ayudan en ciertas ocasiones y los advierten de peligros, además de provocarlos en otras situaciones. También en el arte se puede ver la presencia de estos personajes aunque en la mayoría de los casos son ilustraciones provenientes de las propias leyendas con lo que se consideraría el mismo caso que el anterior.
Aunque probablemente en las grandes ciudades como Tokio, Osaka o Kioto la creencia sea menor, aún en zonas rurales existe una fuerte creencia en las fuerzas paranormales. Un caso sería el pueblo ainu, nativo de la zona norte especialmente de Hokkaido, entre los que el animismo y el chamanismo siguen teniendo mucha fuerza y la creencia tanto en los espíritus de la naturaleza (al igual que el sintoismo) como en los de humanos y seres superiores. Así mismo la magia chamánica a través de la apertura de puertas con el "otro mundo" o las propias maldiciones tienen mucha fuerza.
Un problema no endémico de Europa o América, si no más bien de España, es que aquí se obscurecen estas historias que son parte de nuestras tradiciones. Se ocultan a la visión pública porque el español medio siente vergüenza de ellas cuando en otros países mueven masas de turistas interesados en ellas, véase edificios encantados, representaciones fantasmales (como las caras de Bélmez) o sitios normales donde, por algún motivo, en las cámaras se manifiestan extrañas figuras. No soy muy creyente en fantasmas, la verdad, pero creo que es una parte de la historia que no respetamos ni en el pasado ni en el presente y todo directamente se atribuye a pareidolias o alucinaciones sin que quien acusa tenga idea alguna de formaciones naturales espontaneas ni de psicología.
Sin embargo el terror moderno, además de en las tradiciones, se basa en las leyendas urbanas modernas. Si algo distingue Asia de Europa aún más es que su relación con el mundo espiritual y con la presencia de almas atormentadas oscuras en el mundo de los vivos es mucho más profunda. Recomendaría para esta ocasión leer un artículo del Japan Times de 2005 en inglés llamado Have You Heard the One About...? en que se referencian algunas de las leyendas urbanas más importantes aunque haré en la siguiente parte una serie de reseñas básicas de las más conocidas y de otras menores que me llamaron la atención.
Desde las historias de fantasmas tradicionales hasta Kuchisake-onna, a la que se le tuvo auténtico pánico en 1979, el terror que conocemos y aquel que aún nos queda por descubrir en Japón es apasionante. Espero que os haya gustado el artículo y me acompañéis en las siguientes partes donde descubriremos historias y desmigajaremos el género lo más posible para entenderlo y quizás convertirnos en auténticos escritores y creadores de leyendas. ¡Cuidado al apagar las luces!
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